No me cansaré de elogiar, admirar y destacar a David Hernández, futbolista de Puerto Real (Cádiz), perteneciente a la Real Balompédica Linense (Grupo X de Tercera División).
No voy a relatar de nuevo el calvario por el que están pasando tanto él como su familia desde que a comienzos de enero su hermano Iván desapareciera en la localidad malagueña de Ronda. Lo cierto es que de momento y tras casi cuatro meses no hay noticias sobre su posible paradero.
Seguí muy de cerca la pretemporada de la Balona pero lo que es la competición regular sólo he podido seguirla por crónicas, programas de radio y resúmenes televisivos por internet, y siempre que está sobre el césped despunta en alguna de las facetas de su juego: si no marca, reparte asistencias, si no da asistencias hace un trabajo sensacional de desgaste de la defensa rival para que el máximo artillero de la categoría, Copi (27) se beneficie marcando casi en cada partido.
David Hernández celebra con Copi un gol de esta temporada (Juan Sierra)
La desaparición de Iván Hernández coincidió casi con el arranque de la segunda vuelta del campeonato. Desde entonces, David ha marcado tres tantos y ha repartido más de cinco asistencias. Se perdió la única derrota del equipo de segunda vuelta ante Los Palacios, semana en la que estuvo ausente para colaborar en la búsqueda de su hermano. Por lesión no estuvo en el encuentro ante el Sanluqueño donde el equipo logró una trabajada victoria, ni contra el Mairena, en el otro encuentro en el que el equipo ha dejado escapar puntos en la segunda parte del campeonato.
Al margen de los resultados, a nivel individual, en lugar de ir a menos ha ido creciendo partido a partido, erigiéndose en un jugador fundamental y necesario en las alineaciones del técnico Rafael Escobar.
Personalmente no conocía a David Hernández pero hace una semana, aprovechando un fugaz viaje a La Línea de la Concepción me pasé por el entrenamiento del equipo y allí me lo presentó el presidente, Alfredo Gallardo. Es un ejemplo de humildad, sencillez y honradez, y demuestra una entereza increíble hablando sólo de asuntos deportivos.
Era lunes, y hablando con él, con Gallardo y con el secretario del club, mi buen amigo Carlos Mellado sobre la posibilidad de que volviera a jugar el domingo pasado contra el Portuense (tercero del grupo), tras su lesión, David se mostraba prudente y más bien negativo, pero aseguraba que estaba trabajando con el fisioterapeuta del club para estar lo antes posible.
El domingo no sólo jugó, no sólo lo hizo desde el inicio y durante 70 minutos, sino que fue el mejor del encuentro con dos asistencias, la segunda realmente para enmarcar.
Cuento esta historia porque a veces olvidamos el verdadero sentido de este deporte. Nos quedamos con declaraciones polémicas y entrenadores que copan más portadas que los jugadores, con situaciones extradeportivas de escaso interés deportivo o con periodistas que son más noticia que los propios deportivistas.
La desaparición de Iván Hernández no deja de ser un drama que ha cogido un relieve mayor al ser su hermano futbolista de un equipo de renombre a nivel regional. Pero la historia va más allá del calvario personal de esta familia gaditana. David ha utilizado el fútbol como una vía de escape, cómo aquello que pone todo en orden en su cabeza y le permite evadirse de su situación durante dos horas al día para arrancar cada jornada con más fuerza y nunca fue una excusa para un posible bajo rendimiento o una sequía goleadora.
2 comentarios:
Ojalá muchos más futbolistas fuesen así y dejaran de ir de "estrellitas" por la vida. Además, vaya faena que este muchacho tiene en su casa como para concentrarse en el campo de juego...
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